I
(Cuarta
entrega)
-Romances
-Tonás
-Martinetes
-Carcelera
-Debla
-Saeta
-Nanas
Es fácil distinguir los cantes a palo seco ya que generalmente se
cantan sin acompañamiento de guitarra. Hay algunas excepciones en que se cantan
y se hacen grabaciones con el acompañamiento de la guitarra u otras veces se
añaden acompañamientos rítmicos con golpes de martillo sobre el yunque para los
martinetes.
Pero en general, es fácil diferenciarlos y
darnos cuenta de que estamos escuchando
cantes de este grupo.
Dentro de los diferentes cantes que se
cantan a “capella”, podemos
encontrarnos con los
romances, los cantes de labor, las tonás, las carceleras, los martinetes, la
debla, las saetas y los cantes de labor.
Los romances o corridos proceden de los antiguos romances
castellanos. Son restos aflamencados (engarzados en formas musicales muy arcaicas) de los
antiguos romances castellanos que se cantaban por toda la península. Hay quien considera
que los romances establecen el origen del flamenco, pues no sólo de ellos se
habrían originado, no solo las tonás,
sino la propia esencia del flamenco, el aflamencamiento popularizado a partir de este momento.
Habrían generado una forma de conducir la transformación de elementos
musicales del folklore a los estilos flamencos que hoy conocemos.
José Mª
Sobejano pintó esta obra, Cantador de Romances - 1875.
En la actualidad se reconoce como posible
origen de muchas de las músicas y coplas flamencas, el antiguo romance. Se han
encontrado influencias del mismo en cantes tan primarios como los polos y
cañas, jaleos, tonás y martinetes, villancicos, soleares, romeras, alboreás,
nanas, y en peteneras, saetas, bulerías... Los Romances probablemente estén en
el origen del Flamenco.
Romance de Gerineldo.
Canta: El Negro del Puerto.
Gerineldo, Gerineldo
¿De dónde vienes tan triste y descolorido?
Gran señor qué quiere usted que triga
que la fragancia de una rosa
mi color se la ha comido.
Y le contesta el suegro, el rey, y le d ice:
Que por la mañana a estas horas
seréis esposa
y marido
Y salta Gerineldo y dice:
Tengo
juramento hecho
que con la Virgen que de la Estrella
que mujer que no haya sido mi dama
de no casarme con ella.
Si esto me lo dice de verdad
con mi espada y la tuya
tenemos que pelear.
Yo he tenido la dicha
que con ella
hijo del conde Martín Lumbre
Gerineldo ya será.
Fíjate que en este cuellecito
que yo tengo
que tenía aquella cruz de ella.
Coge su caballo y se tira a campo travesía
y se encuentra unas vaquitas,
se encuentra unas vaquitas
con tanta
vaquería
y le pregunta al vaquero:
Vaquerito, vaquerito,
vaquerito de la cristiandad,
de quién es este ganadito.
Gran señor de quien va a ser
del Conde Martin-Lumbre
que por ahí ya vendrá.
Señor tío usted es el conde
que fíjese qué he soñado
que yo soy hijo de usted.
Le dice el rey:
Si tú eres Gerineldo
tu madre ella sí será.
Era la reina su hija
que en palacio
me encontró mi cautiva.
El
amplio repertorio de romances que se conservan se ha trasmitido en su mayor parte de forma oral,
de padres a hijos.
Ha
evolucionado considerablemente desde sus orígenes medievales, llegando a
nuestros días, en algunos casos, con formas muy distintas a las versiones
originales y, en otros muchos, con cierto espíritu de conservación y con un
perfil, en apariencia, arcaico.
Romances
Canta: Agujetas El Viejo, José el Negreo y Dolores la del
Cepillo.
Caballeritos
y hombres buenos
y a España llevo el navío,
yo digo que nos traigan
y a una cristiana cautiva
que sea de duquesa o marquesa
o prendecita de gran valía
Ven aquí hijo del alma
también del almita mía
si yo a ti te cogiera en España
también te cristianaría
y por nombre a ti te pusiera
doña Ana de Alejandría
así se llambaa tu mare
y una tiita que a ti te mecía.
Que motivos te he dao yo
que motivo y que palabra
que pa peirme tu a mí un favor
no es menester que arrodillaras
Abre como yo mande
por una cristiana cautiva,
mira, por mi buena suerte
me has traído una hermana mía
Veinte navíos yo tengo puestos
pa que llegue a España
mi cuñadita de mis entrañas.
y a España llevo el navío,
yo digo que nos traigan
y a una cristiana cautiva
que sea de duquesa o marquesa
o prendecita de gran valía
Ven aquí hijo del alma
también del almita mía
si yo a ti te cogiera en España
también te cristianaría
y por nombre a ti te pusiera
doña Ana de Alejandría
así se llambaa tu mare
y una tiita que a ti te mecía.
Que motivos te he dao yo
que motivo y que palabra
que pa peirme tu a mí un favor
no es menester que arrodillaras
Abre como yo mande
por una cristiana cautiva,
mira, por mi buena suerte
me has traído una hermana mía
Veinte navíos yo tengo puestos
pa que llegue a España
mi cuñadita de mis entrañas.
En Andalucía
se ha conservado una parte muy importante del Romancero y, con el nacimiento
del arte flamenco, los romances sirvieron de
soporte literario a las primeras versiones flamencas. Los gitanos de Andalucía recogieron estos romances y
transformándolos a sus gustos y a sus posibilidades les pusieron melodías flamencas.
Se pueden
oír los mismos romances con distintas melodías adaptadas según la zona de donde
provengan
Los romances
flamencos se denominan también corridos, corridas, carretillas o deciduras.
Originariamente parece ser que se cantaban sin acompañamiento instrumental pero
a veces se les añade, la guitarra como
instrumento acompañante. A veces se acompaña con la guitarra con ritmo de solea
bailable.
El
primero que deja documentación escrita sobre los romances andaluces, prestándoles
atención y preocupándose por su búsqueda, es el escritor costumbrista Serafín
Estébanez Calderón, quien desde Málaga escribe a Pascual de Gayangos el 21 de
abril de 1839:
“(por no perder
tiempo, voy recogiendo algunos romances orales, que se encuentran en la memoria
de algunos cantaores, romances que no se encuentran en ninguna colección de las
publicadas, ni antigua ni moderna. El uno es el romance de Gerineldo, otro es el
del Ciego de la Peña, y me han prometido cantarme y dejarme aprender otro que
se llama el de La princesa Celinda, que sospecho que pueda ser alguno de los
moriscos del Romancero General. Si me preguntas por qué estos romances no se
hayan impresos, de dónde han venido, porqué se han conservado en esta parte de
Andalucía, son cuestiones que no podré satisfacer cumplidamente)”.
Años
más tarde, en 1847, en sus Escenas Andaluzas, se vuelve a referir a los
romances citando al intérprete: El
mítico Planeta.
Actualmente dos clases de romances. Los que se atienen
a las formas clásicas, preservando las características antiguas y que los han interpretado
cantaores como José de los Reyes Santos (EL NEGRO), Juana y Alonso el del Cepillo,
Agujeta el viejo, la sabiduría del Bengala, etc…y muchas otras personas
anónimas que han ayudado a conservar estos tesoros literarios.
Y los que utilizan la guitarra acompañando con soleá
por bulerías. Entre estos hay que destacar a Chiclanita, el Tío Rivas o
Moroncillo, los miembros de la familia Chaqueta y por supuesto: Antonio
Mairena.
En 1958, Antonio Mairena graba el primer romance de
Bernardo del Carpio en su disco CANTES DE ANTONIO MAIRENA.
Después de Estébanez Calderón, los romances no
contaban muy poco en el repertorio
flamenco. La primera vez que se incluyeron en una antología del cante fue en la
que se hizo con los recogidos en la provincia de Cádiz en el año 1971,
concretamente en el Puerto de Santa María. Dieciséis fueron recuperados y sus
intérpretes fueron: El Cojo Pavón, Agujeta el Viejo, El Chozas de Jerez, y los
portuenses El Negro, Dolores, Juana y Alonso el del Cepillo todos gitanos y casi
ninguno era profesional. Eran cantaores cuya edad iba de los setenta a los ochenta años y sabían los
romances que cantaban por su amplia tradición familiar.
Estos cantes están recogidos en la Magna Antología del
Flamenco editada por José Blas Vega, una
soberbia aportación a la cultura del flamenco. De estos y magníficos documentos del flamenco deriva una gran parte de los palos del cante
grande.
SOBRE LOS ROMANCES FLAMENCOS
En la actualidad se acepta como probable origen de muchas de las músicas y
coplas flamencas, el antiguo romance. Se han comprobado las influencias de los romances en cantes tan
primarios como los polos y las cañas, los jaleos, las tonás y los martinetes,
en los villancicos, en las soleares, en las romeras, en las alboreás, en las nanas
y en las peteneras, saetas, bulerías,
etc...
El libro "Corridos, corridas o carrerillas, verdadero origen del cante flamenco" (1971) de Suárez Ávila, expone el romancero de los gitanos de El Puerto. Sin embargo, hasta que 1958 Antonio Mairena graba el primero -"Romance de Bernardo el Carpio"-, los romances no se escuchaban casi nunca en el repertorio de los cantaores flamencos.
El libro "Corridos, corridas o carrerillas, verdadero origen del cante flamenco" (1971) de Suárez Ávila, expone el romancero de los gitanos de El Puerto. Sin embargo, hasta que 1958 Antonio Mairena graba el primero -"Romance de Bernardo el Carpio"-, los romances no se escuchaban casi nunca en el repertorio de los cantaores flamencos.
Mairena dice del romance que "es de una pureza grandiosa, y tiene
algunos aires de soleá bailable", lo cual nos remonta a las formas
primitivas de los jaleos.
Características
de los Romances Flamencos
Tonalidad:
El romance se realiza, como las bulerías por soleá, en la tonalidad modal de la escala andaluza.
Compás
En una gran parte de los romances, el compás de la soleá por bulerías es el que adoptan así como el más animado de las bulerías. En realidad es el jaleo el modelo por el que hoy se rigen la mayoría de los romances.
Estrofa
Tonalidad:
El romance se realiza, como las bulerías por soleá, en la tonalidad modal de la escala andaluza.
Compás
En una gran parte de los romances, el compás de la soleá por bulerías es el que adoptan así como el más animado de las bulerías. En realidad es el jaleo el modelo por el que hoy se rigen la mayoría de los romances.
Estrofa
El
romance flamenco usa los versos octosílabos como
soporte literario. Algunos tienen
estructura literaria similar a las coplas, es decir están compuestos por tres o
cuatro versos de arte menor, generalmente octosílabos, dispuestos en forma de “cuarteta de romance” (8- 8a, 8- 8a), de seguidilla (7- 5a 7- 5a) o de redondilla (8a 8b, 8b 8a).
La
denominación como corridos o corridas que se les aplica, se relaciona con la
continuidad en la forma de cantarlos siguiendo la letra un argumento -van de corrido-,
diferentes al resto de los cantes flamencos ( con excepción de algunos como
ciertos martinetes), que se conforman en estrofas independientes sin ningún
hilo narrativo o argumental.
Claves
Los romances poseen una melodía muy particular, es una cadencia melódica que es bien identificable.
Claves
Los romances poseen una melodía muy particular, es una cadencia melódica que es bien identificable.
Se percibe en
los ejemplos que ponemos a continuación, con un primer verso ascendente que
cierra con uno descendente, manteniendo la tensión que implica el argumento de
un romance y reservando las cadencias descendentes para el verso final de cada
fragmento
Romance de la princesa Celinda 6:10
Antonio Mairena
Guitarras: Melchor de Marchena y Enrique de Melchor
Antonio Mairena fue una verdadera institución en el cante por romances. Aunque no todos los romances se interpretaron al son de soleá bailable / jaleo, así los cultivó Mairena y así arraigaron en la afición. En la melodía vocal deja Mairena una muestra de los modelos diferenciadores de estos cantes, con su característico sentido reiterativo, como corresponde a cantes con letras extensas que van ligadas unas a otras.
Antonio Mairena
Guitarras: Melchor de Marchena y Enrique de Melchor
Antonio Mairena fue una verdadera institución en el cante por romances. Aunque no todos los romances se interpretaron al son de soleá bailable / jaleo, así los cultivó Mairena y así arraigaron en la afición. En la melodía vocal deja Mairena una muestra de los modelos diferenciadores de estos cantes, con su característico sentido reiterativo, como corresponde a cantes con letras extensas que van ligadas unas a otras.
El antiguo romance se ha preservado en Andalucía la baja y ha sido fuente
prima de inspiración para el cante jondo gracias al pueblo gitano, que ha ido
pasando el testigo de generación en generación. No cabía un mejor ejemplo que
el que nos dan aquí madre e hijo rescatando del olvido el legendario romance de
Gerineldo, ahora en clave flamenca. María Fernández Granados, La Perrata
(Utrera, Sevilla, 1922 - Lebrija, Sevilla, 2005) con la guitarra de su hijo
Pedro Peña Fernández (Lebrija, Sevilla, 28/2/1939) y el cante del gran artista
Juan, El Lebrijano (Lebrija, Sevilla, 22/8/1941). Se grabó en 1970 y sirvió
para darnos a conocer a María.
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